La Historia Interminable - Color by Michael Ende

La Historia Interminable - Color by Michael Ende

autor:Michael Ende
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 84-473-0009-9
publicado: 1979-01-01T05:00:00+00:00


Aquella noche Bastián se quedó con Graógraman, que se echó otra vez sobre el negro bloque de piedra. No hablaron más. Bastián se sirvió alimentos y bebidas de la alcoba, donde la mesita baja había sido puesta otra vez por manos fantasmales. Devoró la comida, sentado en los escalones que llevaban al bloque de piedra.

Cuando la luz de las lámparas disminuyó y comenzó a palpitar como un corazón que latiera cada vez más despacio, Bastián se puso en pie y ciñó en silencio con sus brazos el cuello del león. La melena de Graógraman era dura y parecía de lava solidificada. Y entonces volvió a oírse aquel ruido espantoso, pero Bastián no tuvo ya miedo. Lo que, una vez más, hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas fue la irrevocabilidad de la desgracia de Graógraman.

Más tarde en la noche, Bastián se dirigió de nuevo a tientas al exterior y contempló largo tiempo el silencioso crecimiento de las luminosas plantas nocturnas. Luego volvió a la caverna y se echó a dormir entre las zarpas del león petrificado.

Muchos días y muchas noches fue Bastián huésped de la Muerte Multicolor y se hicieron amigos. Pasaron muchas horas en el desierto, entregados a juegos salvajes. Bastián se escondía entre las dunas de arena, pero Graógraman lo encontraba siempre. Hicieron apuestas sobre quién corría más, pero el león era mil veces más rápido. Hasta lucharon entre sí para divertirse, se enzarzaron y pelearon… y en eso Bastián lo igualaba. Aunque, naturalmente, sólo se trataba de un juego. Graógraman tenía que emplear todas sus fuerzas para estar a la altura del muchacho. Ninguno de los dos podía vencer al otro.

Un día, después de haber estado alborotando, Bastián se sentó, un poco sin aliento, y preguntó:

—¿No podría quedarme siempre contigo?

El león sacudió la melena.

—No, señor.

—¿Por qué no?

—Aquí sólo hay vida y muerte, sólo Perelín y Goab, pero no hay historias. Y tú tienes que vivir tu propia historia. No debes quedarte aquí.

—Pero, ¡si no puedo marcharme! —dijo Bastián—. El desierto es demasiado grande para que nadie pueda salir de él. Y tú no puedes llevarme, porque llevas el desierto contigo.

—Los caminos de Fantasia —dijo Graógraman— sólo puedes encontrarlos con tus deseos. Y sólo puedes ir de un deseo a otro. Lo que no deseas te resulta inalcanzable. Eso es lo que significan aquí las palabras «cerca» y «lejos». Y tampoco basta con querer marcharse de un lugar. Tienes que querer ir a otro. Tienes que dejarte llevar por tus deseos.

—Pero si yo no deseo marcharme… —respondió Bastián.

—Tendrás que encontrar tu próximo deseo —contestó Graógraman casi serio.

—Y si lo encuentro —preguntó Bastián—, ¿cómo podré marcharme de aquí?

—Escucha, señor —dijo en voz baja Graógraman—: hay en Fantasia un lugar que conduce a todas partes y al que puede llegarse desde todas. Ese lugar se llama el Templo de las Mil Puertas. Nadie lo ha visto nunca por fuera, porque no tiene exterior. Su interior sin embargo, está formado por un laberinto de puertas. El que quiera conocerlo, tiene que atreverse a entrar.



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